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Un vistazo a la atención en el hospital Militar.


Por: Jorge Vega

Estaba dispuesto a escribir un artículo sobre la buena atención que recibí en el Hospital Militar, pero un pequeño incidente hizo que la visión tan positiva que tenía y las buenas intenciones, se fueran, al menos por un momento, de mi cabeza. La mayor parte del tiempo estamos leyendo que la atención en los Hospitales es mala, y que el asegurado (cliente del INSS) no recibe el trato que se merece. Veamos. Asistí a la cita de Otorrinolaringología (ORL) el día martes 17 de agosto como previsto, debo confesar que me asombré al ver al montón de gente dentro de la sala de espera, y es que ese día además de atender al público en general, se atendían también especialidades como ORL, Cardiología, hipertensos y otros. Era una enorme labor la que estaban realizando tanto el personal médico como sus auxiliares. De hecho parece que los clientes (pacientes) del hospital han ido aumentando con los años, porque la sala de espera se hace cada vez más pequeña en espacio, ahora hay un nuevo cuarto pintado de celeste y en la sala de espera, hay dos auxiliares en una mesa, una atiente ORL y la otra a los hipertensos. Ellas mismas se encargan de tomarte la presión, de pesarte, de buscar tu archivo médico y de desearte un buen día, ¿Cómo hacen para estar tan calmadas teniendo a tanta gente encima? El espacio de trabajo es ridículo y las auxiliares están concentradas en atender a un paciente, cuando tienen a otro encima con sus documentos solicitándoles un servicio. Todos tenemos prisa, es un enorme caos!, sin embargo todo funciona de la manera más tranquila, todo con calma. Los doctores (algunos especialistas) deben atender las consultas generales, así como las citas programadas. No sé cómo cambió ni por qué pasó, pero al menos eso es lo que pasó con ORL, antes uno pedía una cita y esperaba uno, dos, tres meses y después de ese tiempo, regresabas glorioso al hospital, ibas al área de especialidades, para que, como la palabra lo indica un especialista te atendiera por 5 minutos, te diera algunas recomendaciones y luego te diera cita dentro de uno, dos, tres meses. Ahora es diferente (al menos para ORL), la misma doctora que me atendió en medicina general, era la persona que se estaba encargando de la especialidad de ORL. La doctora, de unos 27 u 28 años, me pareció súper inteligente, amable y comprometida con la salud. Me examinó, hablamos un poco, minutos después terminó la cita, me dio las indicaciones pertinentes, las recetas y una nueva cita, que realizaré dentro de un mes. Me preparé psicológicamente para esperar una hora en la farmacia, pero no fue necesario, había poca gente y el personal en las ventanillas trabajaba con mucha agilidad. ¿De veras estoy en el hospital Militar?- me pregunté y la respuesta era” sí, estás en el hospital Militar!” la atención está cambiando, no digo que se mantendrá así durante mucho tiempo, pero al menos soy testigo del esfuerzo que se está haciendo y los felicito públicamente. El pequeño incidente, del cual quiero dejar constancia, ocurrió cuando me dirigía al cafetín que está dentro del hospital, en el área del PAME, nunca había tenido problemas en pasar a esa área, pero en ésta ocasión, el oficial de guardia Oscar Antonio Larios con código 18318, me dijo que no podía pasar, le pregunté ¿por qué? me dijo que yo portaba piercing (uso un piercing en la oreja derecha y dos en la izquierda) y que había una nueva disposición que decía que las personas con piercing no podían pasar. Lo comprendí, si es una nueva disposición sus razones tendrán-pensé. Sin embargo, insistí en pasar, y gracias a mi insistencia lo logré. Me dirigí a la oficina del INSS a preguntar sobre la nueva disposición, para confirmar su legitimidad, las señoras encargadas del INSS hicieron una llamada al teniente Pedro Martínez y la respuesta fue que no existe tal disposición. En ese momento, lo admito, me enojé bastante, el oficial no me quería dejar entrar por que uso piercing. Luego me dirigí a la oficina de atención al cliente para quejarme, el personal no entendía por qué me habían negado el ingreso, incluso se rieron (de buena gana) y una de ellas me preguntó ¿Acaso lleva una cosa peligrosa la chapa?, llené el formulario de queja y anoté mi número de celular, espero que me llamen. Como recomendación escribí: “Sería bueno que hagan las disposiciones públicas para que el público esté claro de ellas y así sepa lo que pasa y en el caso que un oficial no quiera dejarlo pasar a uno, tener herramientas para exigir una explicación”. No quiero que la noticia se vea como algo “fuerte”, fue un incidente, quizás no le caí bien al oficial de guardia, quizás no entendí su humor, quizás pensó que yo simplemente me iba a ir y no iba a preguntar, no tengo idea de lo que pasó. De lo que si estoy seguro, es que él es humano, y como todos, nos equivocamos, pero sirve de ejemplo para dejar constancia para su próximo actuar. A pesar de todo, el hospital, vuelvo y repito, está esforzándose por dar una buena atención, ahora nos toca a nosotros llenarnos de paciencia, al igual que lo hacen las auxiliares en la sala de espera y dejar que las cosas continúen de manera tranquila, todo con calma.

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