Jorge
Vega ~
Confieso
que me gusta dar clases, siempre me ha gustado esta profesiôn. Es
una labor bastante interesante, a pesar que a veces puede ser una
tarea complicada, porque uno puede tener muchas ganas de enseñar,
tener muchas ideas, mucha energîa, pero a veces las salas de clases,
en lugar de ser espacios de enseñanza-aprendizaje, pueden
convertirse en un espacio de conflictos, pereza, aburrimiento, falta
de motivaciôn, entre otros “problemas” que pueden estar
presentes.
Cada
vez que entro a una sala de clases, pienso que vamos a trabajar algo
interesante y que todos vamos a aprender algo, pero a veces esa
misiôn no es tan fâcil de cumplir. A veces se puede tener la idea
errônea que todo en las salas de clases es perfecto y que el
ambiente es sûper agradable, pero lamentablemente a veces no lo es.
El
ambiente en las clases varîa, porque depende de muchos factores:
estado de ânimo del profesor, de los estudiantes, el clima, el
interés del tema tratado, la manera de trabajarlo, si se durmiô
bien la noche anterior, si el estudiante ya tiene conocimientos
previos sobre un tema en particular, el horario, el dîa, el mes, si
estamos empezando el año escolar, si pronto hay vacaciones, la
confianza que se tenga con los estudiantes, entre muchîsimas otras
cosas mâs.
Hace
poco leî una carta de una profesora de España que decîa, entre
otras cosas, que estaba “harta” de enseñar, porque la actitud de
los estudiantes a veces puede ser poco motivadora, desconsiderada
hacia los profesores y que los padres, en lugar de ayudar al
estudiante y aconsejarlo, lo sobreprotegen.
Estoy
de acuerdo con esta profesora cuando dice que en esta profesiôn se
hacen muchas cosas “invisibles”, por ejemplo la planeaciôn de
las clases, las correcciones de exâmenes, pruebas, poner las notas,
llenar el cuaderno de texto, estar presente en reuniones, consejos de
clases, buscar siempre material actual e “interesante”,
participar en capacitaciones o proponer una capacitaciôn al cuerpo
docente. Y es cierto que a veces es “triste” pasar varias horas
haciendo correcciones y ver que al estudiante simplemente le interesa
conocer su nota.
Pero
los profesores ejercemos esta profesiôn, porque, a pesar de todo,
nos gusta enseñar y a mî en particular me gusta también aprender,
porque siempre he pensado que cada vez que enseño algo, aprendo algo
también.
Estoy
convencido de que los profesores tenemos que estarnos automotivando y
aprovechando las reuniones con los demâs profesores, por ejemplo el
TEPCE en Nicaragua o bien las reuniones de capacitaciôn aquî en
Francia con la EC, para compartir e intercambiar sobre la
experiencia, pero también para apoyarse a nivel psicolôgico,
compartir ideas y retomar el timôn de nuestra carrera. Una de las
mâs “difîciles”, pero a la vez mâs nobles, necesarias e importantes
en la sociedad.
Todas las imâgenes fueron extraîdas de internet. Ninguna es de mi autorîa.