Jorge Vega Nacer en una familia numerosa te obliga a compartir todo o casi todo, en mi caso, el número 6 de 8 hijos, me tocó aprender a andar en bici en la misma bicicleta que la hicieron mis hermanos mayores. La bicicleta seguramente fue al inicio buena y decente para el primero de mis hermanos, muy contento se debe de haber sentido, pues fue él la primera persona que la utilizó. Al llegar mi turno, unos 20 años después, la bicicleta había perdido completamente su encanto, no tenía siquiera color y las llantas no daban para más. Estaba muy emocionado a pesar de todo, la idea de poder andar en bici me había cautivado y motivado. Con ciertos ahorros, pude pintarla en rojo, un rojo no tan vivo, pero servía al menos para poder lucirla en la calle de mi barrio, digo; “en la calle”, porque al principio no me era permitido más que ir y regresar en el mismo trecho de la calle hasta cansarme de ver las mismas paredes, vecinos y ver las otras bicis modernas y nuevas. Yo aprendí a andar en bici
Francia y Nicaragua