Jorge Vega
Quizás los hombres nunca lleguemos a descubrir cómo lo hacen, pero somos testigos de la conexión tan fuerte que tienen con nosotros.
Todas la madres que conozco siempre dicen “yo sé lo que tengo” al hacer referencia a sus hijos, y cómo no estarlo, si fueron ellas las que nos dieron un espacio de sus cuerpos para que creciéramos, luego nos cooperaron en todo el proceso de crecer, educarnos y estar siempre a nuestro lado.
Estoy totalmente convencido de que cuando nace un niño, nace una madre. En ese momento las mujeres renuncian a ser sólo ellas y pasan a ser ellas y sus hijos.
Me impresione de sobre manera, ver a las madres traduciendo e interpretando el balbuceo de sus hijos, yo siempre tengo necesidad de esa “traducción” siempre pregunto: ¿Qué dijo? Y en ese momento la “traductora” o “intérprete” me dice, como si el mensaje fuera más que evidente, ¡dijo tal cosa! Eso me hace pensar en el poema que la Mayu (una muy buena amiga) le hizo a su sobrina, en una parte dice: “Balbuceas ciertas cosas que yo no comprendo, pero es que el idioma de los ángeles aun no lo aprendo”, efectivamente, mi amiga y yo y muchos de los que leen estas letras, no hemos desarrollado esa conexión tan íntima que, como antes mencioné, es producto de la complicidad madre-hijo. Me consta que muchos papás necesitan la traducción de los mensajes emitidos por sus hijos, necesitan a la “interprete” también conocida como madre.
Siento que todas las madres, jóvenes o experimentadas, tienen un “poder” extra que les permite comprendernos y podría incluso decir SENTIR o Presentir, lo que nos ocurre. ¿No les ha pasado que a veces están tristes, enfermos o en problemas y no quieren que su madre se dé cuenta y en cuanto la ven o la llaman les dice: ¿Pasa algo hijo?, y generalmente sus palabras siempre tienen relación con la situación que estemos enfrentando, todo eso me hace pensar en una cosa, por algo son madres ¿No lo creen?