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¡Aquéllas salidas en Granada!


Por: Jorge Vega

Si tuviera que decir cuál es mi ciudad favorita en Nicaragua, creo que sin titubear diría que  Granada. Mis amigos y yo la visitábamos al menos una vez al mes y casi siempre hacíamos el mismo recorrido. Encontrarnos en la UCA un sábado por la tarde, tipo siete de la noche para estar en Granada más o menos a las 8, buscar un hospedaje, dejar nuestras cosas y medio arreglarse para ir un rato a la calzada, que es como una pequeña avenida con alrededor de 4 ó 5 calles con mucha diversión, hay muchos bares, restaurantes, karaokes, hospedajes, es por así decirlo, la zona viva de la gran Sultana (así se le conoce a Granada). Luego de estar en la calzada, íbamos a una disco con mucho ambiente llamado el Club o para variar al karaoke Be-18. El regreso al hospedaje se hacía al rededor las dos o tres de la mañana. Si teníamos hambre, antes de regresar al hospedaje, comíamos lo que fuera, o lo que encontráramos, ¡a esa hora no se puede ser exigente!, lo que importa es comer algo.

Tengo una amiga a la que no le gusta la cebolla y en Nicaragua hay una comida ligera que se llama quesillo, es una tortilla con un pedazo de queso suave alargado al que le decimos quesillo, se le agrega cebolla en trocitos y luego crema y sal al gusto. Resulta que en una ocasión en la que regresábamos del “party”, esta amiga tenía hambre y cuando ve el puesto de quesillo pide uno y la señora que vendía le dijo, pero no tengo quesillo, haciendo referencia al queso suave alargado, la señora le podía hacer un quesillo “especial”: tortilla, cebolla, crema y sal, pero mi amiga le dice, ¡pero es que no me gusta la cebolla!,¡ Qué mala suerte la de la pobre! 

Después de esas salidas uno regresaba lo suficientemente muerto, sin nada de energía, como para tirarse a la cama, cerrar los ojos y olvidarse del mundo. ¡Bye bye mundo!

Al día siguiente  íbamos a desayunar en Katty´s waffles, era un desayuno de lujo que permitía recargar las energías medio perdidas el día anterior y luego de dicho manjar, visitábamos, eventualmente, las isletas de Granada, para luego regresar a Managua. Ese era más o menos el “ritual” de visitas que hacíamos, mis amigos y yo, en Granada.

Qué lindas experiencias las que tuvimos en esa ciudad. Creo que aunque pasen los años, esos lindos recuerdos de nuestros, según yo, mejores años de juventud, fuerza, locura y sobre todo energía desenfrenada, persistirán!


Foto: http://open.salon.com/blog/joanpgage/editor_picks

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