Por: Jorge Vega
A veces uno asume que quien vende algo lo consume. Por ejemplo, no me imagino
a la señora que vende vigorón en el parque central de Granada comiendo vigorón
en el mercado en lugar de comer el que ella hace. O que alguien haga la pizza más rica del mundo, pero que no le
guste la pizza. Eso resultaría curioso.
Pues hablando de curiosidades, el otro día me bebí una sopa de res en un
comedor cerca del BDF en Granada, estaba a la par de una señora que vende lotería
y hablamos un poco sobre esa actividad, le pregunté cómo le iba en el negocio y
si era rentable. Tengo esa costumbre de querer hablar con la gente y saber
sobre sus trabajos, sobre todo cuando se trata de trabajos medio informales y
de eso hay mucho en Nicaragua.
La señora me dijo que a como vendían ganaban y que a como vendían también
comían; si el día era bueno pues se comía bien, si era regular se comía regular
y si era malo había veces que ni siquiera se comía, pero en regla general le
iba bastante bien y como es una señora de edad (unos 60 años) entonces que no
se quejaba. Le pregunté si el premio mayor había caído muchas veces en Granada
y me dijo que sí y entonces algo emocionado, le pregunté si a ella personalmente
le había ido bien con el juego y su respuesta me sorprendió, ella me dijo: ¡Ah
no, yo no juego!