Por:
Jorge Vega
Es
muy cierta esa frase que dice: recordar es volver a vivir!
ordenando algunos correos del pasado me encontré con unas fotos
de la despedida que mis compañeros y yo hicimos en la Criollita en
Managua. Esa reuniôn era nuestra gran despedida del grupo y también
de Nicaragua, porque todos ya tenîamos un pie en Francia. Todas las
conversaciones giraban en torno a nuestro viaje como asistentes de
español.
No
sabîamos a ciencia cierta lo que no esperaba, sôlo sabîamos que
îbamos a ir a Francia a practicar el idioma y que ibamos a asistir a
profesores de español. Muchos no tenîamos tanta informaciôn sobre
la ciudad a la que îbamos y mâs que respuestas lo que nos rodeaban
eran las preguntas y sobre todo las dudas, pero eso en lugar de
desmotivarnos, nos impulsô a creer y seguir con ese proyecto en
comûn que nos propusimos.
Era
el momento de la ilusiôn, la aventura, la alegrîa por ir a Francia
y hacer todo por uno mismo, creo que eso de poder hacer todo por
uno mismo nos daba alas, sentîamos que podîamos ser
independientes, pero a la vez, era lo que mâs miedo nos daba, tener
toda esa independencia y no saber por dônde empeza. Habîan muchos
trâmites para buscar casa, muchos tenîamos que aprender a cocinar,
pagar facturas, saber manejar la plata que îbamos a ganar, en fin
era toda una maleta pesada y llena de aprendizaje que afortunadamente
supimos administrar.
Al
ver las fotos, recuerdo lo alegres que estâbamos, era una alegrîa
muy alegre como dice una amiga. En fin, tuvimos la oportunidad de
vernos en Francia, en Paris y nos vimos también de regreso en
Nicaragua, pero ya estâbamos de regreso, ya la bulla o el ruîdo
habîa pasado, ahora éramos los expertos en todo lo relacionado a
Francia, sabîamos todo o casi, pero da igual, de una cosa estamos
seguros, ese viaje nos alegrô la existencia y como dijo la Angélica
en el correo: “acâ les envîo una foto para toda la vida”,
no te equivocaste Angélica!