Jorge Vega
Que una persona compre una película pirata en cualquier mercado o cualquier sitio del país, no es una novedad, que las películas que se exhiben en el cine estén disponibles en el mercado a través de la industria de la piratería, tampoco es novedoso, pero que al querer comprar una película, te le acerqués al vendedor y que éste tenga las carteleras de cine del momento, mismas que se encuentran en los cines, y se la ofrezca a sus clientes para poderte así ofrecer las películas que están en cartelera, es algo muy ingenioso y hasta cierto punto novedoso. Al menos para mí.
Muy cerca del supermercado La Unión en Bello Horizonte, un hombre equipado de más de un centenar de películas, ofrece además de los DVD´s, la cartelera de cine, para que sus clientes estén actualizados en cuanto a las nuevas producciones o estrenos. Películas que se exhiben, o mejor dicho se exhibían “-Sólo en cines-“pueden ahora, sin problema alguno, ser encontradas en este puesto o en cualquier otro sitio.
Pero si vas a ver una película que se está presentando en el cine, lo más simpático sería ir a verla en el cine, siempre y cuando se cuente con las posibilidades por supuesto. Comprar una película pirata debería ser una compra íntima, un escape a la publicidad holliwoodense. Al comprar una película pirata se debería de optar por ver una película que no sea muy conocida o que no haya tenido mucha publicidad o simplemente nunca se haya presentado o estrenado en el cine, y sin duda alguna eso podría ser considerado la cosa más natural del mundo. Cuando comprás una película pirata, vos decidís lo que querés ver, es tu momento y oportunidad de decidir ver algo que la mayoría no está viendo, pero que podría ser muy interesante, sino para todos al menos para vos. Y sería además un comercio más justo, porque permitiría al cine presentar sus películas made in USA y tendrían su público y en los puestos piratas, lo vendedores podrían ofrecer, además de los estrenos, otro tipo de producciones- aunque al inicio me temo que serían pocos los compradores-, tendrían sus clientes fijos. Dentro de algunos meses, no será raro que los vendedores ofrezcan en esos puestos piratas, además de películas y carteleras, tarjetas del club de cine y por qué no palomitas y gaseosa.