Visitanto una yurta en el sur de Francia

Jorge Vega ~



La idea de ir a una yurta fue súper interesante, sobre todo, porque no es un destino turístico “común”. La yurta es la habitación tradicional de los mongoles y en general, es la casa de las poblaciones nómadas de Asia Central. 
 
Las yurtas son como una especie de tienda de campaña, la diferencia radica en que están protegidas por una gruesa cubierta. Normalmente la idea es que son fáciles de transportar y óptimas para soportar los intensos cambios climáticos de Mongolia. Los modelos de yurtas que visitamos están fijadas al suelo, porque obviamente la idea no es tener que transportarlas de un lugar a otro. Sirven como pequeñas cabañas con un toque exótico.



Estas yurtas están en el sur de Francia, más o menos media hora de distancia de Cahors y a más o menos hora y media de Toulouse. Están ubicadas en Floressas, bajo el nombre de Domaine des Calosses.

El espacio es súper natural, las yurtas están en un pequeño bosque por así decirlo, están en la propiedad del administrador. El dueño es el que se encarga de atender a los clientes; les da la información necesaria sobre la historia de las yurtas, de por qué él tuvo la idea de hacerlas en Francia, información cultural sobre el uso real de las yurtas, dónde comer y lo más importante, las informaciones sobre cómo encender la chimenea que está dentro, porque en la yurta no hay electricidad.

Pues como no hacía tanto frío, no presté tanta atención a las instrucciones de cómo encenderla, lo que más me llamó la atención, fue que el dueño dijo que había que tener cuidado, porque si uno pone mucha leña, ¡Se podría sentir como si uno estuviera en un sauna súper rápido!, así que hay que tener mucho cuidado con eso.

La yurta está amueblada: hay camas, sofás, muebles para la ropa, hay lámparas de mano, porque no hay electricidad dentro de la yurta y tampoco afuera, entonces las lámparas son súper necesarias para salir de la yurta e ir al baño, por ejemplo. Hablando del baño, se tratan de inodoros secos: no hay agua potable, es como ir a un escusado y después se agrega aserrín.

Haber estado en una yurta fue una experiencia agradable, atípica e interesante. Lo malo es el precio, resulta ser un poco cara y para las familias es más caro aún, porque el precio incrementa considerablemente por cada miembre extra. Si tienen la suerte de hacerlo, pues adelante, vale la pena, no todos los días uno puede darse el lujo de dormir en una yurta.

Dato:
La artesanía tradicional relativa a la yurta mongola fue designada como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco el 5 de diciembre de 2013

http://yourtesdescalosses.free.fr/photos.html 


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